Ilustración: Marian Alefes.
La casa calmada
Un amigo se asustaba un poco cuando me visitaba, decía que todo estaba muy calmado y que yo oía una música muy rara, después me pedía permiso para dormir un rato en mi cama. Yo me ponía a hacer mis cosas mientras él dormía profundamente. Horas después, nunca más de tres, ahora que lo pienso, despertaba, decía algo como: __Gracias. Hacía tres días no dormía. Y se iba a trabajar.